El Bolso Cambiado



Este relato sucedió en la Estación Guerrero y es en particular muy curioso, porque sucedió en un sólo instante y en un sólo lugar.
Resulta que esta Estación se encuentra después de Buenavista, que es una estación terminal y lógicamente, cuando el tren llega a Guerrero, ya llega con muchísima gente abordo y para abordarlo resulta muy difícil  Como es muy sabido por nosotros, los primeros dos vagones de cada tren, y en horas pico, están reservados para que los aborden las mujeres, personas de edad, niños y personas discapacitadas. Así es que María (el nombre fué cambiado) trató de abordar el tren en esos vagones. Al abrirse la puerta del vagón, lógicamente  no pasó nada. Nadie bajó. -¿Ahora cómo me subo?- Pensó ella- ¡Nadie se mueve! Comenzó a sonar el famoso ¡Beeeeeep! que anuncia el cierre de las puertas del tren. En ese momento de entre la multitud dentro del vagón se oían maldiciones y mentadas de madre: ¡ Déjenme salir! ¡Aquí bajo! ¡ Háganse a un lado! Una Mujer que empujando  y con su bolso por delante, trataba de bajar a como diera lugar. María trata de jalarla,  -"Quizá así pueda entrar yo"-Pensó por un momento. Y entre jalones de parte de María y empujones de la otra Señora, lograron su objetivo. La señora que quería salir, salió. María que quería entrar entró. ¡Por fin! ¡María ya estaba rumbo a su empleo! Un poco, ó un mucho apretada pero ya estaba en rumbo.
Unos minutos después (y después de muchas tropelías), ella baja en San Lázaro. Y al tratar de sacar unas pastillas de menta de su bolso, se da cuenta que no las traía. ¡Las acabo de comprar en Buenavista! Las busca y las busca otra vez. Pero entre más buscaba se daba cuenta que había cosas que ella no reconocía. "Estas llaves no son mías. "Este libro no lo conozco" ¡Me aburre leer! ¡Este bolso no es mío!...
En efecto ese bolso, a pesar que es el mismo modelo, el mismo color y hasta la misma marca, ¡Ese bolso no era el suyo! ¿Que pasó? ¿Porqué? ¿Donde? ¿Cuando? ¿Cómo? Son preguntas que se hacía una y otra vez.

Hasta que se acordó que la señora que ella jaló para que pudiera salir, traía un bolso idéntico al de ella. Lo vió sólo por un instante, pero lo más importante en ese momento era jalar a la señora. Así que definitivamente allí fué donde se intercambiaron las bolsas. Y ¿Ahora? ¿Que hago? Se preguntó María. Lo primero que le ocurrió, fué llevar el bolso ante las autoridades correspondientes y reportarlo como extraviado. Pero y ¿mi bolso? ¿Que va a pasar con él? Y ¿Mis cosas? Por un momento, se le escaparon tres ó cuatro lagrimas. -Mis cosas- Lloriqueó.

Regresó a la estación Guerrero y preguntó donde podría entregar el bolso. Le indicaron el lugar y fué hacia allá. Al llegar, cual sería su sorpresa al ver que ahí se encontraba la misma señora que ella jalaba para que pudiera bajar. Su cara se le iluminó - "Ella tiene mi bolso" -Pensó- Y efectivamente, aquella señora pensó lo mismo y llevó el bolso de María, con la esperanza de recobrar el suyo. Felizmente se hizo el cambio y todos felices y todos contentos. Obviamente las dos mujeres recibieron respectivos regaños en sus empleos, ya que al regresar a entregar los bolsos, perdieron dos horas, las cuales deberían de estar trabajando.
Como dato adicional, el oficial que realizó el reporte de éste caso rebeló lo que traía el bolso de María. Eran cosas que María tenía que "checar", para asegurarse que no faltaba nada. Esto fué lo que revisó:

Un aceite menen, una bolsa de algodón, un rollo de papel, un rimel en tubito, un maquillaje con espejo, un lápiz delineador, una cuchara, un corta uñas, una lima de uñas, un carrete de hilo con una aguja incrustada, un paquete de Kleenex, dos boletos para el Metro, unos guantes, un par de aretes, un peine, un cepillo para el pelo, un cepillo de dientes, una mini pasta de dientes, unas llaves que no sabe de donde son, las llaves de su casa, un llavero que no usa, cuatro botones de ropa sueltos, un celular Movistar, un celular Telcel, cuatro aspirinas, un condón pastillas halls de menta, cuatro chicles sueltos, otro espejo (por si se rompe el primero), unos lentes para el sol, lentes para leer de cerca, estuche para lentes para leer de cerca sin los lentes, dos toallas femeninas, un destapador, un tubo para risos, credencial de elector, credencial de la secundaria donde cursó, licencia de manejo, una bufanda, unos audífonos  unas "chanclas" para cuando se cansa de los tacones y una tarjeta de puntos de Soriana.
Cuando se le preguntó al oficial que qué traía la otra señora en su bolso, él contestó rápidamente:  "Lo mismo".

Relato enviado por MARÍA. Ya te enviamos tu Libro de regalo. Gracias.